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viernes, 30 de enero de 2015

Cuba: Washington debe renunciar a su política injerencista

Las jefas de las delegaciones de Cuba y Estados Unidos, Josefina Vidal y Roberta Jacobson, coincidieron en señalar que se dio el primer paso de un largo camino de conversaciones. Estados Unidos intenta conducirlas por un camino minado

Josefina Vidal, jefe de negociadores cubanos



Alberto Acevedo

Como ‘positivas’ y muy provechosas fueron calificadas por las delegaciones de Estados Unidos y Cuba las conversaciones sostenidas durante dos días en La Habana, a partir del 21 de enero pasado, tras las cuales los gobiernos de ambos países hacen esfuerzos por normalizar sus relaciones diplomáticas y abrir embajadas, después de casi seis décadas de ruptura.

La jefa de la delegación norteamericana, la subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, dijo a los medios de comunicación que la “conversación fue productiva”, y pidió a las autoridades del país antillano libre acceso de los cubanos a la sede diplomática de su país en La Habana.

Por su parte, Josefina Vidal, directora de Asuntos de Estados Unidos de la cancillería cubana, admitió que en la primera ronda de conversaciones se habló del nombramiento de embajadores en los dos países, pero advirtió que es difícil explicar el restablecimiento de relaciones, en momentos en que aún se mantiene el criminal bloqueo económico contra el pueblo cubano.

Al término de la ronda de dos días, no se llegó a un acuerdo concreto. Lo más importante, sin embargo, es que por primera vez en 54 años, el primer país socialista de América y la mayor potencia imperialista del orbe se sientan en una mesa conjunta, cara a cara, a zanjar sus diferencias.

Temas cruciales


Y aunque no hubo acuerdos concretos en esta ronda de acercamientos, queda latente una compleja agenda de trabajo que deberá ocuparse de asuntos cruciales, sin resolver los cuales es impensable una normalización de relaciones entre las dos naciones.

Uno de ellos es el tema migratorio, que regule, a la luz del derecho internacional, el flujo de personas. Estados Unidos es el único país del mundo que tiene dos legislaciones migratorias: una, exclusivamente para Cuba, a través de la denominada Ley de Ajuste Cubano, que establece una línea de privilegios para quienes salgan ilegalmente de la isla, incluyendo a elementos criminales. En aplicación de esta norma, se reprime la migración legal, restringiendo o prohibiendo el flujo de turistas desde o hacia La Habana, al tiempo que se estimula la migración ilegal, premiando a los denominados ‘balseros’. Y otra legislación migratoria, represiva, de extrema crueldad, para las demás naciones.

Otro tema crucial es el de la eliminación de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo. El país antillano, paradójicamente, es uno de los que más ha sufrido los embates del terrorismo agenciado por los Estados Unidos, un país que se convirtió en santuario de grupos terroristas. En lo que a Cuba compete, a lo largo de seis décadas, desde Miami, colonias de elementos anticastristas urdieron numerosos atentados, y en las calles de esa ciudad se pavonea el señor Luis Posada Carriles, autor de un criminal atentado contra un avión que estalló en el aire, en el que murieron cerca de 70 cubanos, la mayoría de ellos miembros de un equipo deportivo.

Cuba es transparente


Un tercer asunto, entre muchos otros, es el relativo a la desarticulación del bloqueo económico a Cuba. Es difícil concebir una propuesta de normalización de relaciones e intercambio de misiones diplomáticas con un pequeño país al que el otro, la gran potencia, mantiene asediado comercial y financieramente. Y aunque está claro que el levantamiento de estas sanciones depende del Congreso americano, la Casa Blanca tiene atribuciones legales para expedir medidas adicionales que alivien el bloqueo.

La posición de Cuba es transparente en este aspecto. El gobierno socialista ha dicho que está dispuesto a conversar en condiciones de respeto mutuo, de dignidad, de reconocimiento del derecho del pueblo cubano a elegir libremente el tipo de régimen que desee, a preservar su soberanía.

Cartas marcadas


La posición de los Estados Unidos no es transparente en este sentido. Y aunque el presidente Obama tiene el mérito de haber dado pasos adelante en la normalización de las relaciones con la isla, no oculta su estrategia dirigida a provocar un cambio de régimen en Cuba. Resulta insólito en este sentido, propender por la normalización de relaciones con un gobierno al que se quiere derrocar.

En una audiencia ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, en 2011, la hoy jefe de la delegación de negociadores de la Casa Blanca, la señora Jacobson, dijo: “Las embajadas estadounidenses no son un regalo para los países. Además de las funciones consulares y otras, una embajada también puede mantener una observación cercana sobre los regímenes acusados de medidas severas contra los derechos humanos”. Es decir, tener la posibilidad de montar una oficina de espionaje, que en seis décadas no ha tenido en Cuba. Y con ella estimular fuerzas que propicien el “cambio de régimen”.

Entonces, hay continuidad en la política de los Estados Unidos frente a Cuba. Lo que ha hecho el gobierno de Obama es adaptarse a una nueva realidad y buscar los canales que mejor respondan a los intereses imperiales e intervencionistas de Washington, buscando empujar a Cuba por un camino minado que el gobierno socialista con toda seguridad sabrá sortear.

Semanario Voz

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