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lunes, 19 de marzo de 2018

El viejo PIN finalmente hizo PUN

La gira que emprendió parapolítico Luis Alberto el Tuerto Gil Castillo para sumar aliados en varias regiones y contrarrestar la desbandada que se avecinaba en su partido al final no le dio frutos, y concluyó no solo con su derrota, sino también con la de caciques en el Valle, Sucre y La Guajira



Tras ocho años de agonía, el partido del parapolítico Luis Alberto el Tuerto Gil Castillo se quemó en las urnas el domingo tras alcanzar solo 354 mil votos, 105 mil menos de lo que necesitaba para pasar el umbral.

Con eso quedó claro que la gira que emprendió el Tuerto para sumar aliados en varias regiones y contrarrestar la desbandada que se avecinaba en su partido al final no le dio frutos, y concluyó no solo con su derrota, sino también con la de caciques en el Valle, Sucre y La Guajira, que cargan tantos cuestionamientos como él.

La debacle


Aunque desde que la mayoría de sus miembros terminaron condenados por parapolítica, el viejo PIN entró en una espiral de descenso, el Tuerto Gil se las arregló para mantener su partido a flote.

Además de que trató de reinventarlo en dos ocasiones cambiándole de nombre -pasó de llamarlo Convergencia Ciudadana, a Partido de Integración Nacional, a Opción Ciudadana-, lo convirtió en una fábrica de avales que le sirvió para mantener la votación y sacar al ruedo las apuestas políticas de los caciques regionales más cuestionados de varias regiones del país (con muchos de los cuales compartió mientras estuvo recluido en La Picota).

La fórmula le funcionó hasta las legislativas de 2014, cuando por poco pasó el umbral, y eligió a cinco senadores, y a ocho representantes a la Cámara.

Sin embargo, para las locales de 2015 hizo varias movidas que fracturaron el partido en diferentes niveles y que terminaron poniendo en riesgo su supervivencia.

Por un lado, partió cobijas con el clan Aguilar en Santander, que había sido su aliado de antaño y le salvó el umbral en 2014 gracias a los cien mil votos que alcanzó el senador Mauricio Aguilar.

Por otro, en Sucre se distanció de la casa del exsenador condenado por ser el autor intelectual de la masacre de Macayepo, Álvaro el Gordo García, quien tenía a su hermana Teresita García en el Senado, para darle espacio al cuestionado exrepresentante investigado por parapolítica que a dos días de las elecciones de 2015 fue descubierto con $480 millones en efectivo, Yahir Acuña, con quien negoció el manejo del partido y el aval para la Gobernación de ese año.

Ambas casas aterrizaron en estas elecciones en Cambio Radical. Adicionalmente, seis congresistas más pusieron sus votos en otros partidos o no quisieron volver.

María Eugenia Triana en Santander no volvió a presentarse porque hace parte del clan Aguilar, Fredy Anaya en Santander pasó al Partido Liberal en el que eligió a su esposa Nubia López en la Cámara con 70 mil votos, Fernando de la Peña en el Cesar se fue a apoyar en La U a Eliécer Salazar, Euler Martínez de Nariño no volvió a lanzarse porque quiere buscar la Gobernación en 2019 y Rafael Elizalde en el Amazonas no volvió a presentarse y ni siquiera le hizo campaña al partido (cerró con 212 votos).

Previendo esa desbandada y para llenar esos huecos, como contamos en su momento, el Tuerto Gil emprendió una gira para sumar nuevos apoyos.

Según las cuentas que nos hicieron para ese entonces, el vacío de los Aguilar lo llenarían con la votación que pusiera Yahir Acuña, quien en 2015 le puso 183 mil apoyos a la candidatura a la Gobernación de Sucre de su esposa Milene Jarava; y la votación del Gordo García la suplirían con la de Juan Carlos el Negro Martínez, quien estaba de regreso en la política en el Valle tras pagar su condena.

Además, como mantenían en Sucre a los Guerra Tulena y en La Guajira concretaron la llegada del exgobernador condenado por homicidio Francisco Kiko Gómez, su aspiración era mantenerse.

“La meta era poner 600 mil votos y mantener el número de congresistas”, dijo a La Silla Antonio Rocha, veedor del partido.

Sin embargo, los cálculos les fallaron y de lejos.

El descalabro


En el Senado el descalabro fue por punta y punta.

Mientras que la ausencia de los Aguilar y de la casa del Gordo García les significó 127 mil votos menos (Richard Aguilar sumó 76 mil y se eligió y Juliana Escalante alcanzó 51 mil pero se quemó) que les hubieran alcanzado para superar el umbral, los refuerzos tuvieron mucha menos votación de la que esperaban.

William Rodríguez, el candidato del Negro Martínez, solo logró 31 mil votos pese a que el condenado exsenador le movió toda su maquinaria, principalmente en sus fortines de antaño: Buenaventura, Tumaco y el norte del Cauca.

Según las cuatro fuentes con las que hablamos que conocieron la movida del exsenador, hubo principalmente tres razones por las que Martínez perdió fuerza: la falta de plata (pagó transporte para votantes, pero perdió líderes, testigos y metió menos propaganda), de apoyos (se quedó sin la gobernadora Dilian Francisca Toro y sin el gerente de la sociedad portuaria de Buenaventura, Víctor Julio González) y que su imagen no pegó.

“Juan Carlos creía que con su sola presencia en la plaza iba a pegar, pero es muy difícil quitarse el karma de la cárcel”, nos dijo el gerente de una campaña opositora, que lo conoce hace más de diez años.

Fernando Gómez Bacci, el heredero de Kiko Gómez, solo sumó 34 mil votos, cuando la expectativa era que estuviera por arriba de los 50 mil.

Encima, los que estaban bajaron su votación.

Julio Miguel Guerra Sotto pasó de tener 50 mil votos a solo 12 mil. Eso obedeció a que hace cuatro años, su papá, el otrora cacique liberal Julio César Guerra Tulena, era el gobernador de Sucre, y ese apoyo, más los votos que le había comprado en ese momento al cuestionado exrepresentante investigado por parapolítica Yahir Acuña fueron determinantes.

La otra que tuvo un bajonazo fue Doris Vega, la esposa del Tuerto Gil, quien disminuyó en 12 mil votos sus resultados de 2014, y cerró en las urnas contabilizando solo 34 mil apoyos.

Antonio Correa, con 67 mil votos, fue al que mejor le fue y aun así obtuvo 14 mil menos que hace cuatro años.

En las cámaras el resultado fue similar.

De las 19 listas que presentaron en todo el país, 17 fracasaron.

En Santander, el Tuerto armó la lista con personas de su confianza pero sin votos. Al final cerró con 34 mil votos y pasó de tener dos curules a ninguna.

Además, perdió la curul que tenía en Amazonas, la del Cesar y las de Nariño.

En el Valle, que era donde esperaban crecer, el efecto fue el mismo que el del Senado, y Noris Cano obtuvo 5.800 votos y quedó de segunda en la lista.

Según una persona que conoció la movida en el puerto de Buenaventura, el pacto entre Noris y el Negro Martínez era que ella conseguía sus votos en el municipio y él en el resto del departamento: ella consiguió 3.700 allá. El resto son del exsenador.

Al final el viejo PIN solo se mantuvo en Sucre y Magdalena.

En el primer departamento, quien ganó fue Milene Jarava, la esposa de Yahir Acuña; y en el segundo, se mantuvo Franklin Lozano, heredero del parapolítico Franklin Lozano Pimienta, condenado por por haber firmado el pacto de Chivoló con los paramilitares.

Con esas victorias, son esas dos casas políticas las que se quedan con la bala de oxígeno del viejo PIN.

Lo que les queda


El veedor del partido, Antonio Rocha, le dijo a La Silla que van a pelear por los resultados.

“Tenemos denuncias de votos que no aparecen en todos lados. Solo en Soacha estamos hablando de 60 mil. Aquí hubo un fraude electoral”, explicó. “Nosotros creemos que estamos entre los 600 y 700 mil votos”.

Desde el viernes el viejo PIN radicó ante el Consejo Nacional Electoral una solicitud para pedir el reconteo de los votos en varias regiones.

Que logren lo que buscan es complicado debido a que para pasar el umbral necesitarían que les aparecieran al menos 105 mil votos.

Si eso pasara, el efecto sería devastador para la legitimidad de las elecciones porque quedaría en evidencia que, como ellos dicen, hubo irregularidades en la sistematización inicial de los votos, algo que también está denunciando el movimiento cristiano Colombia Justa Libres.

En todo caso, si no lo logran y quedan con la misma votación o una muy similar, lo que pasó el domingo es más un duro golpe para el partido que su fin.

En todo el país el viejo PIN tiene a 865 concejales, 19 diputados, 54 alcaldías propias y otras 53 en coalición.

Si bien no toda la fuerza es propia, y varios de los padrinos de los elegidos actuales ya están en otros partidos, el viejo PIN tiene a su favor que los neutraliza teniéndolos matriculados en el partido.

“Lo que pasó en las elecciones del Congreso es que es más fácil para un grupo renovar una sola ficha. Pero en las locales estamos hablando de muchos cargos y de varios que no están dispuestos a ceder el poder. Así que la cosa no es tan fácil”, nos dijo un político del viejo PIN que nos pidió la reserva de su nombre.

Además, los caciques que se quemaron en 2019 ya tienen en la mira varias alcaldías y gobernaciones en las que quieren competir.

El Negro Martínez, por ejemplo, tiene en la mira las alcaldías de Jamundí en el Valle y de Tumaco (Nariño).

En la de Jamundí, que será el próximo 15 de abril, Martínez apoya al candidato Édgar Yandy, uno de los dos aspirantes con más opciones y que también tiene el respaldo liberal.

En la de Tumaco, que muy posiblemente se irá hasta 2019, el exsenador ya tiene como ficha al exsecretario general de la alcaldía, John Wilson Guevara, quien públicamente ha dicho que tiene el respaldo de Martínez.

Por su parte, en La Guajira, el clan de Kiko también quiere resucitar; y en Santander, el grupo del Tuerto Gil seguramente se moverá.

“Recuerde que en política no hay nadie muerto”, dijo a La Silla un político que se quemó el domingo.

Así que aún falta ver si, como el fénix de su logo, en las locales del próximo año el viejo PIN renace entre las cenizas y vuelve a coger vuelo.

La Silla Vacía

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