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sábado, 24 de junio de 2017

Uribe-Pastrana, otro pacto en las alturas oligárquicas

La movida tiene dos frentes: uno, afianzar al interior de Colombia el próximo triunfo electoral para sacar la fracción de Santos de las arcas públicas y no implementar el acuerdo final de paz firmado entre el Estado y las FARC-EP. Y dos, la batalla final para derribar el Gobierno venezolano.



Editorial de Anncol

Sesenta años después de aquel nefasto pacto firmado en las costas catalanas entre Laureano Gómez y Lleras Camargo, los jefes “irreconciliables y enemigos” de los llamados partidos Conservador y Liberal de Colombia, causantes de la guerra civil sectaria, llamada por los historiadores (?) colombianos “violencia bipartidista del medio siglo 20” y que dejo en la sociedad colombiana 300 mil muertos mal contados y sin que se conociera, se responsabilizara ni se inculpara uno solo de sus generadores; el coletazo de Desquite, Sangre Negra, Venganza, Siete Colores y demás bandidos liberales y conservadores; la ruina moral y política señalada por monseñor Guzmán y Fals Borda; y dio paso al primer gobierno del Frente Nacional pactado dando posesión al virrey de EEUU Lleras Camargo, quien por recomendación del general Yarborough en 1960, y valiéndose de los “militares coreanos” del batallón Colombia participante de la guerra en Corea bajo órdenes del presidente de los EEUU, inició la conformación del actual bloque de poder contrainsurgente dominante y la guerra contrainsurgente actual en proceso de finalización.

Como si no hubiese pasado ni una gota de agua por debajo de los puentes de la vida o de la historia, nuevamente los “dos irreconciliables jefes enemigos” de la fracción más sanguinaria y guerrerista de esa misma oligarquía, uno de origen liberal samperista Uribe Vélez, y otro de origen conservador ospinista Pastrana, cínicamente, o mejor, repugnantemente cínicos y olvidando todas los ultrajes y agravios que mutuamente se han proferido en la gallera nacional de los medios de comunicación contrainsurgentes, han nombrado compromisarios, fijado temas de acuerdo y se disponen a sellar una alianza político electoral, con el fin de derrotar a su rival de fracción JM Santos, a quien en su insania consideran ficha de Obama, proclive al castro-chavismo de Venezuela y de las insurgencias de las FARC y el ELN.

¿Recibieron la orientación de Trump, aquel recordado “Vienes Santo” (14.04.2017) hace dos meses largos, cuando Uribe y Pastrana visitaron, sin querer queriendo, al controvertido presidente de los EEUU Trump en su mansión de Palm Beach en Florida?

¿Tiene esto que ver con la salida precipitada y fulminante del embajador de JM Santos en Washington Pinzón Bueno? ...No lo sabemos.

Esas cosas no se dejan conocer fácilmente, pero una alianza tan extraña, oscura e inquietante como la que acaban de sellar estos dos taimados y experimentados maestros colombianos de la perfidia, el engaño político y el enmascaramiento mentiroso, necesariamente tiene que tener una fuerza superior y de repercusiones internacionales que esté detrás de ellos, presionándolos, sosteniéndolos y aupándolos. Tampoco hay nada de raro o extraño en que el uruguayo Almagro y la corte de expresidentes ultrarreaccionarios aliados suyos como Aznar, Rajoy, Temer, Macri, Peña Nieto, Fox y demás “latinos” que lo incitan en su cruzada democrática estén en esta “unidad de las fuerzas democráticas salvadoras de Colombia”.

La movida tiene dos frentes obvios: uno, afianzar y consolidar al interior de Colombia el próximo triunfo electoral y político de esta santa alianza para sacar la fracción de Santos de las arcas públicas y no implementar el acuerdo final de paz firmado entre el Estado y las FARC-EP. Nunca lo han ocultado. Es más: lo han gritado.

Precisamente el periódico ultragodo El Colombiano de Medellín ya lanzó tres candidatos presidenciales, quienes pueden tomar el estandarte de esta cruzada y cumplirla con excelencia: el parapolítico Ramos recientemente rehabilitado, el inquisidor y quemalibros Ordóñez, y la exministra de guerra de Uribe y comerciante en contratos de seguridad privada Marta Lucía Ramírez.

Un segundo frente no menos evidente, y que parece ser el centro de una mayor confluencia continental, es la batalla final (que amenaza estar complicada) para derribar el Gobierno venezolano. Allá ya bastante advertidos debieron haber tomado nota.

Mientras tanto en Colombia, las clases subalternas engatusadas con el juego perverso que Santos está haciendo con la implementación del acuerdo de paz, cumpliendo pero incumpliendo, avanzando un pasito pero retrocediendo dos, haciendo demagogia con la desaparición de las FARC y de que sí ha cumplido esa promesa internacional de acabar con uno de las guerrillas más fuertes y viejas del mundo, pero sin mencionar, o mejor: ocultando los cambios estructurales en la sociedad que pactó.

Y así como se le tira maíz al pavo de Navidad para que engorde plácidamente sin que sospeche la fecha que se le avecina, la neblina y el sopor mediáticos dirigidos por la revista de su sobrino y sus familiares y allegados periodistas continúan estimulando dentro del bloque popular esa resignación de los derrotados para que esperen pacientemente el resultado de las próximas elecciones y no se unan, sigan inflando sus egos inflamados y no logren articular o siquiera estructurar una fuerte estrategia político-electoral para imponer la implementación plena del acuerdo de paz, junto con la superación de la destrucción dejada por su corrupta locomotora neoliberal en marcha.

Entonces (según lo calculan ambas fracciones) Santos y sus “gobernanzas” podrán llegar fácilmente con el ganador del pacto Uribe-Pastrana a un entendimiento práctico de unidad (también en las alturas) con el fin de darle continuidad del régimen neoliberal vigente, el que continuará su marcha fatídica en los campos y ciudades colombianas, y, el cerco contra Venezuela se habrá estrechado aun más.

Anncol

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