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miércoles, 18 de octubre de 2017

El pueblo de Tumaco se moviliza

No quieren que esta oportunidad de paz se vaya como agua entre los dedos



Víctor Chaves R. Reportero Nómada

La movilización de este lunes contó con una gruesa participación de la población rural del Puerto. Ellos saben a ciencia cierta, porque son víctimas directas, que cuando los hechos violentos se presentan es cuando más hay que aferrarse al sueño de la verdadera paz.

Los líderes de los movimientos sociales y populares que desde Pasto, Ipiales, Tumaco y otras poblaciones organizaron y coordinaron el desarrollo de esta movilización, decidieron que el principal motivo de la misma era reiterar la solidaridad con los trabajadores rurales y sus familias, que hoy son víctimas de la acción irresponsable de los gobernantes que los tienen sumidos en la más profunda miseria, y también de las balas disparadas por miembros de la Policía y el Ejército.

A partir de este punto, las comunidades rurales, especialmente las que pueblan los linderos de la vía principal, entendieron que había que corresponder a esta iniciativa con una participación masiva, llena de buenas energías, pero sin dejar de expresar lo que todos querían decir en voz alta: La región ya no soporta más expresiones de violencia y hay que evitar a toda costa que las bandas armadas al servicio del narcotráfico y también las autoridades, tristemente hay que decirlo, irrespeten la vida de los labriegos.

Y así procedieron. El desfile motorizado que partió desde Llorente, se fue alimentando con nuevas comitivas que salían a su paso y se sumaban para llegar hasta el caso urbano del puerto en multitudinaria presencia, llena de gritos, arengas, pitos y rugidos de motor, que también despertaron la solidaridad de la gente, no de toda por supuesto, pues muchos no estaban enterados de lo que acontecería en este día festivo.

Los medios alternativos que participamos en la caravana tuvimos la oportunidad de conversar con los campesinos, que, pese a las dificultades, tristeza y temores, respondieron los cuestionamientos y contaron cómo los sucesos del 5 de octubre cambiaron radicalmente el comportamiento de la gente, pues muchos ni siquiera quieren salir a trabajar y las relaciones con la Policía y el Ejército son cada vez más lejanas.

La gente nos comentó que los discursos del vicepresidente Óscar Naranjo y de los funcionarios nacionales que han desfilado por el territorio luego de la masacre no son más que frases de cajón, con palabras repetidas que ya han escuchado en decenas de oportunidades; promesas que nunca se cumplirán. Por ello es que se manifestaron dispuestos a seguir movilizados y a estar alerta ante cualquier arbitrariedad o arremetida brutal de Las autoridades para actuar de manera solidaria y proteger a quienes se encuentren más expuestos.

Para quienes marcharon y ojalá que para toda la población del Pacífico nariñense y colombiano, la certeza sigue siendo una sola: hay un acuerdo de paz que defender, porque allí están plasmadas las garantías para un futuro más digno y justo para la mayoría. Saben también que dejar pasar esta oportunidad sería como el agua que se desborda entre los dedos, es decir, algo irreemplazable. Una oportunidad perdida que los retrocederá además a los momentos más cruentos y terribles de la guerra.

Nadie entre los campesinos honrados y trabajadores quiere eso. Todos le apuntan a la construcción de paz y la demostración de ayer es el más claro testimonio de que todos quieren apostarle a una reconciliación con justicia social; a un cambio en los estrados de poder ejecutivo, legislativo y judicial. Entienden que si no es así, la historia posiblemente se repetirá.

La fuerza la debemos hacer todos para que esta propuesta política revolucionaria, sin armas, prospere y nos permita hacer realidad todos estos sueños.

FARC-EP Occidente

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