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lunes, 22 de julio de 2013

Pax oligárquica


Horacio Duque Giraldo

Discurre el señor Santos por su “paz” de mentiras. Despegó con la paz express, siguió con la pax romana, y ahora nos tiene en su pax oligárquica con neoliberalismo, OTAN, locomotora minera y masacre de campesinos y mineros que protestan exigiendo la solución de sus problemas.


Pax romana + Paz express + Pax oligárquica = Paz basura.

O la ruta de la derrota estratégica de la resistencia campesina revolucionaria que recorre el señor Santos para revalidar y relegitimar el modelo neoliberal y su incorporación a la globalización de la ultraburguesía mundial.

En su discurso ante el Congreso, el Presidente ha dicho que se la “juega por la paz”. ¿A qué paz se referirá este caballero bogotano que gobierna para la plutocracia, contra la nación y sus mayorías populares? Seguramente a la paz basura que tiene como objetivo dejar las cosas tal como están para favorecer las minorías que controlan la sociedad colombiana.

En la vida, todo debe medirse con los hechos, no solo con las palabras.

La retórica de Santos cada vez es menos sustantiva. Su demagogia está cada vez más al desnudo en el tema de la paz. Que no es más que pacificación y rendición de las guerrillas revolucionarias.

A lo largo del proceso de conversaciones, el jefe de la Casa de Nariño ha utilizado dicho escenario para profundizar las políticas en favor de los capitales internacionales, de las multinacionales mineras, para entregar aun más la economía a la voracidad de los conglomerados financieros.

La Alianza del Pacífico de la que hacen parte México, Perú y Chile, con Colombia, es la evidencia del rumbo estratégico del señor Santos en materia de economía, contrario a las necesidades del desarrollo nacional progresista.

La paz de Santos ha sido la cortina de humo para profundizar la locomotora minera.

Igual para propiciar el juego de las alianzas militares con la OTAN, enfiladas en las guerras imperialistas en preparación o en curso en América Latina, con el fin de aplastar los vientos de independencia y soberanía de las naciones que han optado por gobiernos populares.

La política pacificadora del actual gobierno ha sido el instrumento perfecto para encubrir las atrocidades de los militares mediante un “fuero militar” que deja en la impunidad millares de crímenes ejecutados por los miembros de los aparatos armados del gobierno. La pretensión es eludir la demanda de la comunidad global que exige acciones concretas de castigo a los criminales de guerra del Estado, autores de los peores actos de violencia contra la población civil.

La acción violenta gubernamental contra las protestas y movilizaciones populares que ocurren en estos momentos en el Catatumbo, en las áreas mineras, en las zonas cafeteras, en las arroceras, paneleras y lecheras, es la notificación nítida del tipo de “democracia” que gusta al doctor Santos. Es el autoritarismo oligárquico en toda su intensidad.

El “principio de autoridad” y el poder de la oligarquía que domina desde hace 200 años está intacto y no será modificado por las elites hegemónicas por su propia voluntad.

Todo lo contrario, el objetivo central de su “proceso de paz” es la destrucción y rendición de la resistencia campesina, mediante maniobras y “jugadas” para desarticularla de la lucha y la movilización popular.

La paz oficial la han encuadrado en los tiempos electorales del clientelismo tradicional y en los parámetros judiciales de un sistema transicional amañado que cierre la claudicación revolucionaria, ilusión burguesa que acompaña la estrategia de derrota hecha explicita en el discurso oficialista del viejo bipartidismo dominante en la institucionalidad del Estado terrateniente, banquero, proUSA y paramilitar que permanece intacto.

La paz de Santos es la pax oligárquica de las camarillas dominantes para perpetuarse en el poder del Estado.

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