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viernes, 24 de abril de 2015

...pero el tambor sigue sonando

Por la naturaleza de su obra, los auténticos demócratas lamentan su desaparición física y el tránsito a la inmortalidad de su literatura.




José Ramón Llanos

Günter Grass, el intelectual europeo más polifacético: escultor, grabador, pintor, dramaturgo, poeta, novelista y ensayista, acaba de morir el 13 de abril en Lubeck: había nacido en Danzig el 16 de octubre de 1927. Fue un escritor de novelas de gran volumen. El tambor de hojalata, publicada en 1959, tiene más de seiscientas páginas, y más de quinientas páginas tiene El rodaballo, de 1977.

Fue un escritor muy prolífico, publicó más de 25 obras entre novelas y obras de teatro, aparte de numerosos ensayos y artículos periodísticos, recogidos en varios libros. Algunos títulos de narrativa son: El gato y el ratón; Años de perro; Tierra de noviembre; A paso de cangrejo y la obra de teatro Los plebeyos ensayan la revolución. En contravía de lo que opina la crítica, Günter Grass no considera El tambor de hojalata ni El Rodaballo como su mejor obra, sino a Años de perro, ambientada en su natal Danzig.

Juventud y nazismo


A raíz de la confesión de su militancia en las juventudes nazis, en su libro Pelando la cebolla, muchos intelectuales y periodistas le quisieron cobrar ese grave error de juventud. El autor de El rodaballo destacó que él había expiado su grave error y además su reconocimiento y su tránsito al partido socialdemócrata y toda su acción política durante más de sesenta años demostraban su compromiso con la democracia, con los pobres y los excluidos.

En una entrevista, añadió una explicación más convincente: “Hay una frase en Pelando la cebolla: ‘Mi generación se ha dejado seducir’. Y yo digo: nosotros nos dejamos seducir, yo me he dejado seducir. La organización juvenil de los nazis tuvo un atractivo tremendo y un poder de seducción impresionante. Esa es la explicación que puedo dar hoy”.

Debemos agregar que Günter Grass, no solo con el contenido de sus novelas, obras de teatro y ensayos, sino con sus acciones políticas, ha demostrado su pensamiento y sentimiento progresistas. Por ejemplo, en 1982 defendió la revolución nicaragüense; además fue un crítico sistemático y permanente del capitalismo, especialmente del imperialismo estadounidense. Criticó el golpe de estado en Chile: “…en 1973, en Chile, apoyado por la activa benevolencia de los Estados Unidos, golpeó el terror…”.

El ensayista


Como la prensa nacional ha hecho más énfasis en la narrativa de Günter Grass, hemos considerado más útil referirnos a los ensayos del autor de El tambor de hojalata. Los ensayos del premio Nobel alemán fueron publicados en dos volúmenes en Günter Grass. Obra ensayística, Círculo de Lectores. Barcelona. 2005; y en Günter Grass. Artículos y opiniones, de la misma editorial.

Los ensayos expresan las reflexiones y opiniones de Grass fundamentalmente sobre cuestiones políticas, sobre literatura, el arte y las actividades culturales de su tiempo. Sus valoraciones políticas incluyen las acciones manipuladoras y mentiras del nazismo, así como también la barbarie de los campos de concentración y las cámaras de gas. Son muchos artículos de reflexiones sobre las prácticas y consecuencias lesivas del capitalismo, hace énfasis en la herencia de las armas nucleares que nos deja el imperialismo norteamericano. Incluso en las entrevistas hace referencia a la “basura atómica”.

Es evidente que Günter Grass valora catastróficamente al capitalismo: “Nuestro presente vuelve discutible el futuro… y produce -porque sobre todo hemos aprendido a producir- lo único que crece en nuestros días: pobreza, hambre, hambrientos, aire contaminado, aguas envenenadas, bosques aniquilados… arsenales que se incrementan por sí solos y que son capaces de destruir varias veces la humanidad” (La destrucción de la humanidad ha empezado).

El artículo “El cuadro ultrajado” muestra una vez más al autor como un intelectual comprometido con la causa progresista y su crítica radical a las acciones depredadoras de las fuerzas coaligadas del nazismo alemán y el franquismo contra el pueblo vasco Guernica. “Todo grita: la luz eléctrica, anota el articulista, las personas, el caballo. El toro en su silencio preñado de significado no hace sino intensificar el clamor. Y así podría llamarse el cuadro, si no fuera porque se llama Guernica”.

Concluye el texto criticando al gobierno alemán de la época porque utiliza la obra de Picasso para hacer una apología del ejército germano, ocultando que precisamente el cuadro denuncia el horror del genocidio perpetrado por el nazismo teutón. Por la naturaleza de su obra, los auténticos demócratas lamentan su desaparición física y el tránsito a la inmortalidad de su literatura.

Semanario Voz

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