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miércoles, 14 de junio de 2017

El fin de la guerra y la dejación de armas de las FARC

Un mensaje para el mundo que llora con las acciones terroristas de estado, con el racismo y la persecución a los migrantes, y que hoy ve con esperanza que esta pequeña esquina sobre la Tierra avance en dejarnos de matarnos entre hermanos y hable seriamente de reconciliación, de perdón sin olvido.



Achiote

1. A muchos colombianos los malos gobiernos nos han hecho cuestionar la esperanza de vivir en un país sin guerra. Como las élites son violentas con el pueblo, no se someten a la Justicia, son ladronas y corruptas, llevamos más de 200 años de vida republicana en medio del conflicto armado de la que los poderosos son responsables. Sin embargo, esta generación y las que vienen podrán narrar que este bello y amado país le apostó a salir de la miseria de la guerra.

No es para nada despreciable que la guerrilla de las FARC deje las armas y participe en la política sin ellas. Ese es un mensaje para el mundo que llora con las acciones terroristas de estado, con el racismo y la persecución a los migrantes, y que hoy ve con esperanza que esta pequeña esquina sobre la Tierra avance en dejarnos de matarnos entre hermanos y hable seriamente de reconciliación, de perdón sin olvido.

2. Da mucho entusiasmo saber que desde que se acordó el fin del cese al fuego en 2016 no ha habido ni un policía ni un militar muerto por razones de la guerra. Da gusto porque hoy día más de 500 mil familias (entre esas las de amigos de la infancia) de las Fuerzas Militares, de jóvenes que no vieron otra oportunidad para poder trabajar, hoy no están sufriendo por el miedo a las acciones del conflicto armado. Así mismos, según las cifras, por ahí 20 mil familias de guerrilleros hoy se reencuentran y sus hijos jóvenes, mujeres y hombres no tendrán que exponer su vida por sus creencias políticas o por la misma falta de oportunidades que los jóvenes de las Fuerzas Armadas.

3. Por su parte este país, sus jóvenes y hasta los medios de comunicación masiva hoy son sensibles a que no está bien que existan paramilitares o que se asesinen líderes y lideresas sociales de los pueblos indígenas, negros y comunidades campesinas. Que hay que respetar la vida de los sindicalistas y de los profesores y la vida de las mujeres ante la violencia machista y patriarcal. Esta generación de colombianos que esta formándose y luchando por sus formas de ver y vivir el mundo hoy día respeta cada vez más que se puede ser de la comunidad LGTBI o que se puede amar al campesinado y sentirse orgulloso de nuestra herencia e identidad.

4. Como jóvenes en movimiento cada vez menos nos interesa la politiquería de los partidos políticos o de sus corruptas formas clientelares y de amiguismo en lo que se ha reducido el ejercicio de la política. Bello y maravilloso momento vivimos para soñarnos este país como un territorio para la vida.

El fin del conflicto armado no quiere decir la construcción de paz pero si es cierto que si logramos que eso de la guerra sea un cuento viejo pues con mas fuercita podremos dedicarnos a la defensa del agua en contra de la gran minería, al cuidado de de la tierra, al caminar la Colombia profunda, a conocer e incentivar nuestras artes y oficios, a hacer turismo comunitario para explorar la alta biodiversidad. Nos podremos dedicar como jóvenes no a echar bala sino a cuidar a nuestros abuelos y abuelas y a los sabedores campesinos, indígenas y negros como una oportunidad para hablar entre generaciones y construir una nueva Colombia.

5. Sin la guerra podremos hacer mucho más, ¡eso es seguro! El poder hacer juntos más allá del los malos gobiernos y del Estado de papel institucional que llaman Colombia y que por tener ese nombre en homenaje a Colón a veces ve más pa fuera que pa dentro.

Colectivo Agrario Abya Yala

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