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miércoles, 21 de marzo de 2018

Bosques del Atlántico, camino a la deforestación


Hoy se celebra el Día Mundial de los Bosques para concientizar sobre la preservación y el cuidado de uno de los ecosistemas más biodiversos del mundo.




Keryl Brodmeier

El vibrante verdor de los árboles, la espesura de los arbustos y la abundancia de la vegetación tienen su lugar en los bosques. Estos espacios enramados, reverdecidos y rozagantes proveen de “alimentos, abrigo, medicina y combustibles a cerca de 1.600 millones de personas” que dependen de estos ecosistemas para sobrevivir.

Según la Organización de las Naciones Unidas, los bosques cubren un tercio de la superficie terrestre y juegan un papel fundamental en la vida del planeta.

La ONU cita que, desde el punto de vista biológico, son los ecosistemas terrestres más diversos, que albergan cerca del 80% de las especies animales y vegetales. Por ello, la Asamblea General decretó que cada 21 de marzo se celebra el Día Internacional de los Bosques con el fin de que los diferentes gobiernos elaboren estrategias para preservar estos pulmones del planeta.

De acuerdo a estimaciones de la organización, el panorama es preocupante porque anualmente son deforestadas cerca de 13 millones de hectáreas de bosque, lo que contribuye entre el 12% y 20% a las emisiones de efecto invernadero causantes del calentamiento global.

Según un estudio del Instituto Alexander Von Humboldt, en Colombia predomina el bosque seco tropical, un ecosistema propio de tierras bajas que se caracteriza por fuertes estaciones de lluvia.

En el país se encuentra en los valles interandinos de los ríos Cauca y Magdalena, la región Norandina en Santander y Norte de Santander, el valle del Patía, Arauca, Vichada en los Llanos y en la región Caribe colombiana.

Una de las principales amenazas del bosque seco tropical se debe a que sus suelos, en su mayoría fértiles, han sido intervenidos para la agricultura y ganadería. De acuerdo a la investigación, de nueve millones de hectáreas que cubría en sus inicios este ecosistema, en la actualidad solo se conserva un 8%.

Situación en el Atlántico


En el departamento la situación no es más esperanzadora. Según Luis Carlos Gutiérrez, director del grupo de Biodiversidad del Caribe Colombiano y vicerrector de Investigación de la Universidad del Atlántico, en el Caribe hay pérdida de bosques en proporciones de casi el 90%, siendo el Atlántico el más deforestado.

“Hay algunos sectores del Atlántico en los que se ha presentado una deforestación del 100% en zonas planas y del 95% en laderas. En áreas colindantes a las ciénagas, la vegetación riparia ha sido completamente destruida. El 75% de las especies nativas de bosque seco tropical se han extinguido, y de ese 25% de especies que sobreviven el número de individuos que queda es tan poco que las especies son irrecuperables”, señaló el investigador. “Además de perder un número muy alto de especies, tenemos muchas foráneas en el ambiente urbano donde existe vegetación exótica introducida, que en la mayoría de los casos no responden al tipo de suelo que tenemos”.

De acuerdo a lo explicado por Gutiérrez, el tipo de bosque seco que existe en el Atlántico es hidrotopofítico, esto quiere decir que tiene un bajo nivel de recursos hídricos y una capa de suelo muy delgada, lo cual hace poco probable que se recupere por sí misma y en época de sequía es más proclive a los incendios forestales. “La vocación del suelo del departamento es de bosques, pero es usado para la ganadería y en segundo lugar para la agricultura. El Atlántico es uno de los departamentos que más se está desertizando por el mal manejo del suelo”, agregó.

Conservación


Según la Corporación Autónoma Regional del Atlántico, por ser un departamento relativamente pequeño existe gran presión para la adecuación de predios y terrenos. Esta situación lleva a que en términos generales haya deforestación.

La entidad resalta los programas de conservación que ha venido desarrollando a través de la declaratoria de áreas protegidas y el trabajo con la comunidad. “En los últimos estudios realizados por el Ideam el departamento fue el segundo con mayor grado de desertificación por la deforestación”, manifestó su portavoz. Sin embargo, la preservación de los ecosistemas es una de sus prioridades como estrategia de mitigación ante las inminentes consecuencias del cambio climático.

“Se logró el restablecimiento de tres áreas ya declaradas, que suman más de 3.200 hectáreas de bosque seco: Luriza en Usiacurí, Rosales en Luruaco y Palomar en Piojó. Se proyectan nuevas zonas potenciales de conservación con alto contenido de biodiversidad, que corresponden a Bijibana en Repelón y el Triángulo de la Reserva en Tubará”, añadió.

Rosamira Guillén, directora ejecutiva de la Fundación Proyecto Tití, que busca la preservación del mono tití cabeciblanco, una especie endémica de la Región Caribe cuyo hábitat natural es el bosque seco tropical del Atlántico, explica que, aunque se ha logrado la conservación de algunas áreas, es una amenaza constante la deforestación ocasionada por la tala de árboles para la ganadería, la agricultura y los proyectos de infraestructura. “Uno de los más grandes problemas es el poco cuidado que se le da a la restauración de zonas críticas, en las que se trabaja para mantener fuentes de agua y la biodiversidad en términos generales”, especificó.

“La conservación de los bosques tiene para muchos un mensaje romántico y lejano a la realidad de las personas, pero es necesario que se entienda que es un problema latente, porque esos ecosistemas nos ayudan a conservar las fuentes de agua, proveer alimentos, recursos, a reducir el riesgo de desastres naturales como lo son inundaciones, deslizamientos por inestabilidad de la tierra e incendios forestales por alta sequía, además disminuyen las emisiones del CO2 en la atmósfera. Sin duda, son un tesoro que vale la pena cuidar”, concluyó.

El Heraldo

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